jueves, 11 de noviembre de 2010

LOS SUFRIMIENTOS DE MI PUEBLO

Esta mañana he leído de corrido las lecturas de la misa y al terminar me he vuelto al comienzo de la primera y ahí se me ha "ido" la hora entera:
“Querido hermano: Me alegró y animó mucho tu caridad, hermano, porque tú has aliviado los sufrimientos del pueblo”  (de la Carta a Filemón)
Y es que si un día recibimos  una carta con ese encabezamiento pienso que habrá merecido la pena vivir. Quien alivia y consuela a sus hermanos en el sufrimiento, además, anima y alegra a quien es testigo de su vida.
Hoy también mi pueblo, esta aldea global tan al alcance de la mano y en la que tantas personas sufren, esperan y desesperan, necesita alivio.
Me descruzaré de brazos, déjare de buscarme a mi cuando consuelo, tomaré mis miedos y mis arrogancias y vestida con tu Gracia, alimentada por tu Cuerpo y empujada por tu Espíritu me pondré en camino. Quiero ser voz de los que no la tienen y ternura para los pequeños de la tierra.
Quiero ser alegría y ánimo, quiero contar la Buena Noticia que llevo en mis manos, quiero decir a voz en cuello que ya no estamos solos, o quiza en una nana, de las que arrullan, de las que sanan, de las que sostienen.

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